miércoles, 9 de noviembre de 2011

el viejo rincón

¡Cuán disfrutado por nosotros era aquel lugarcito en la casa contigua del atardecer!
Era un lugar al que acudíamos con frecuencia a reflexionar sobre la vida o incluso a desahogar nuestras absurdas penas.

¿Porqué ya no nos nace visitarlo tan a menudo?

¿Acaso ya estamos ancianos, o es que la vida tan acelerada que llevamos ya no nos lo permite?

Yo creo que la esencia de ese umbral habitaba en todos nosotros pero que hoy está muerta, la dejamos morir, muerte natural dirían los peritos. No le dimos la atención suficiente.

Un ejemplo perfecto para describir esta situación viene a colación en este momento, así es, en este preciso instante, justo cuando me había decidido a volver al rinconcito para lo cual ya tenía planeado tiempos, me ha surgido una vicisitud de salud que debo atender con prontitud si es que quiero prolongar mi preciosa existencia humana. Por lo tanto debo volver a abandonarme a mi mismo y a mi tan preciado lugar. Lo dejo, no sin ánimos de un estruendoso regreso laureado.

¡Nos veremos pronto rinconcito!

No hay comentarios: