jueves, 22 de mayo de 2014

Wind cheval


No se deben dejar desanimar por dichas situaciones. Uno debe expresarse, uno debe soltarse, dejar salir al humano disfrazado de humano cuadrado. Dejar salir aquello que una máquina no puede dejar salir, porque no lo tiene. Liberar al espíritu.  


Así como los caballos salvajes, la sensación de galopar libre por la llanura, es la que debemos buscar tener, es la que no debemos olvidar buscar. Una sensación de que todo está bien, no hay preocupaciones ni estrés. Los pensamientos encaminados a la liberación fluyen sin obstrucciones al igual que nuestra marcha por la llanura, clara y despejada. No hay nada en que pensar, sólo sentir. 
La brisa agradable del aire mientras avanzamos toca cada poro de nuestro cuerpo mientras que cada partícula de aire provoca una sensación placentera que se esfuma de manera veloz, sólo para permitir llegar nuevas partículas de aire que incrementan el gozo de movernos como el viento. Acaba de llover, disfrutamos el olor de la tierra. Admiramos la belleza en todo lo que nos rodea. Escuchamos nuestra respiración, cadenciosa, tranquila, poderosa. La frescura que sentimos en nuestro rostro es indescriptible.  Todo es perfecto, todo fluye exactamente como debería fluir, nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro corazón, el paisaje que aparece ante nosotros, todo... 
Lo que aparece es perfecto para nuestro viaje y galopando con una mente serena, transformamos todo en bienestar.