martes, 20 de diciembre de 2011

Ser no humano

En los últimos días se me impregnó en la mente una frase que me dejó anonadado y ahora me impide gozar.
Después de escucharla y repetirla en mi mente por varias ocasiones, ya es parte de mi subconsciente, con esto me refiero a que cada que experimento una situación asimilable, la maquinaria de mi pensamiento la empuja hasta salir a flote y ¡crash!, es cuando sucede: rompe la barrera de lo sublime y emerge en la realidad instantánea de mi ser.

Antes de mi tatuaje mental, cuando la vieja me señalaba a familias sentadas en la banqueta compartiendo los alimentos, mi mente implementaba un mecanismo de defensa para disfrazar la realidad y me terminaba diciendo a mi mismo "que bonito picnic". Ahora ya no puedo seguir intentando ocultar lo inocultable, como ya se ha dicho antes, no puedo tapar el sol con un dedo. Cuando uno es humano y mexicano, es inevitable sentir compasión ante tanta desigualdad en nuestros habitantes.

La frase que se me impregnó es de Alejandro Jodorowsky y dice así:




"Viendo tanta miseria, lucho contra la vergüenza de estar alegre." 



Ya reflexionando, la verdad es muy egoísta el querer estar feliz viendo todo lo que sucede a nuestro alrededor. Me parece que he identificado el problema de Jodorowsky, conflicto que ahora, se ha encarnado en mi propio ser.
En un examen de consciencia y con plena sinceridad hablaré por mi:
El problema es que tengo fatiga de luchar. Ya no me mueve cambiar las cosas como antes. Ya no quiero esforzarme más que por mi propio bien. Creo que aquella chispita ya se apagó (espero que se pueda volver a prender). A quien quiero engañar, tirar unas monedas no resuelve el problema.
Acabo de darme cuenta de lo que me pasa, de como me siento: me da mucha impotencia ver a mi país como está y saber que no puedo hacer nada para cambiarlo, pero también me da mucha hueva y miedo intentarlo. ¿Qué buena excusa no? "para que lo haces si sabes que no vas a lograr nada".

Quiero agregar que con respecto a lo que siento, siento autodecepción y repugnancia.

Al parecer mi compasión no es tan grande y humana como pensaba, si lo fuera ya estaría haciendo algo por ayudar, en cambio solo lo pienso, solo me quejo, solo señalo. Que asco me doy.

¿Seré solo yo? o ¿Acaso es la naturaleza evolutiva del hombre que solo ve por la supervivencia de su propia raza, o la de su manada, o aun más triste, la de su propio pellejo?
No pretendo culpar a Darwin, pero me cuesta trabajo aceptar que el hombre es un jodido egoista, así de simple.

El que esté libre de pecado que aviente la primera piedra.

"Somos tortugas de chocolate tomando el sol y esperando que la vida se derrita."

lunes, 14 de noviembre de 2011

Algo murió, con esperanza de resurrección.

¡payback time baby!

¿cómo que no? Aquí estoy de nuevo, viendo como diablos joder, pero ¿a quién pretendo joder? ¿porqué me asaltó de pronto este ánimo destructivo?

Quiero gritar, mi mente se encuentra trastornada. Los constantes ataques psicológicos me han cortado las cuerdas vocales. Ahora ya no hay un canal abierto. Todo esta derrumbado. Quiero correr, quiero volar muy rápido y estrellarme contra un muro y que me duela mucho pero no me mate. Quiero renacer, quiero renacer en mi mismo y volverlo a vivir todo de nuevo, pero esta vez siendo yo el que marque la pauta.

¿Qué he dejado crecer? Es un fruto de mi ser... ¿Es qué acaso soy débil? Me enseñaron a ser bueno e integro, a ser caballero, a escuchar a las personas, a ponerme en el lugar del otro. ¡Basura! ¿De qué me ha servido todo eso? En esta realidad salvaje nada de eso sirve.
Gracias a mis padres de todas formas, se que lo hicieron pensando en que me tocaría vivir en un mundo ideal, o peor aun, que yo lo forjaría.

Perdón seres queridos, ustedes no tienen la culpa del sufrimiento que hoy me aqueja, ustedes no han sido más que buenos conmigo. Talvez no he sido tan inteligente como me creia, más bien dicho, tal vez no he sido tan hijoputa como debería. No podrán desmentir que este mundo está hecho para los hijos de puta. Ellos son nuestros reyes. ¡Qué pena! ¡Qué mierda! ¡Qué tristeza! Saber la verdad y no poder hacer nada, mejor dicho, no querer hacer nada. Es el peor mal que me ha incinerado desde adentro... que haya un sentimiento muerto en tu corazón, que sepas que puedes resucitarlo, pero no saber como y de tan muerto que está, ni siquiera quererlo saber.

Creo que hay algo bueno en toda esta nube de caos. Creo que si hay esperanza, esa no ha muerto. Que sabios aquellos que dicen que la esperanza muere al último. Yo si la tengo, espero que algún día me nazca querer renacer ese sentimiento. Estoy seguro que lo haré. Al fin de cuentas todo es pasajero... nada es para siempre... la impermanencia en su máxima expresión. ¡Quiero que el amor vuelva a vivir en mi! ¡Lo suplico a Dios y al Universo! ¡Lo suplico al sabio que vive en mi! ¡Lo suplico a toda costa! ¡Lo suplico por favor!

Y me perdono, y te perdono, y los perdono a todos, y pido perdón por ser tan insolente y arrogante, por ser tan egoista.
Pido perdón de nuevo y esta vez si me perdono de corazón, y también te perdono a ti. Tu no tienes la culpa, tu solo eres auténtica y me amas. Perdón vida mía. Te amo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

el viejo rincón

¡Cuán disfrutado por nosotros era aquel lugarcito en la casa contigua del atardecer!
Era un lugar al que acudíamos con frecuencia a reflexionar sobre la vida o incluso a desahogar nuestras absurdas penas.

¿Porqué ya no nos nace visitarlo tan a menudo?

¿Acaso ya estamos ancianos, o es que la vida tan acelerada que llevamos ya no nos lo permite?

Yo creo que la esencia de ese umbral habitaba en todos nosotros pero que hoy está muerta, la dejamos morir, muerte natural dirían los peritos. No le dimos la atención suficiente.

Un ejemplo perfecto para describir esta situación viene a colación en este momento, así es, en este preciso instante, justo cuando me había decidido a volver al rinconcito para lo cual ya tenía planeado tiempos, me ha surgido una vicisitud de salud que debo atender con prontitud si es que quiero prolongar mi preciosa existencia humana. Por lo tanto debo volver a abandonarme a mi mismo y a mi tan preciado lugar. Lo dejo, no sin ánimos de un estruendoso regreso laureado.

¡Nos veremos pronto rinconcito!

jueves, 31 de marzo de 2011

humilde bosquejo de una triste canción

Si hoy pudiera ir al bosque de las ilusiones y tan solo perderme por un rato entre sus árboles que no permiten entrar ni a un rayo de luz, movería mi mente hasta su jardín central y reposaría mi cabeza cerca de su fuente para escuchar el calmante sonido del agua, solo así le permititía a mi espíritu abatido resanar. Me quedaría ahí por unas horas, simplemente descansando, dejaría a mis pensamientos serenarse y creo que después de un rato, tranquilamente me soltaría a llorar. La respiración del bosque me cantaría susurrándome al oído aquella triste canción de la que alguna vez escuche a mi viejo hablar.

De pronto, volví en mi mismo, desperté de mis pensamientos y de nuevo me encontré en el infierno de realidad del que me había enajenado. El reloj de la gran central ya marcaba las dos.

-¿Cómo le explicamos a Julián lo que pasó?

-Eso es lo que menos importa, ya todo se derrumbó.

-¿Estabas clavado en el filo de la nada de nuevo, verdad?

-Déjame en paz, por el momento no quiero hablar.

Dentro de mi mente, la mítica cancioncita volvió a sonar, durante casi un mes, todos los días sonaba y sonaba. Esto sucedió hace ya algunos años y en mi memoria ya poco queda almacenado. Esto es lo poco que he logrado recordar y que intento tararear:

…Hombre…

Cuando la tristeza invada al corazón… hombre

No se ha inventado remedio que la colme

¡Pobre! ¡Pobre!

¡Es bueno llorar!

¡Es bueno llorar!

Lala la laaa

Lala la laaa…

Cuando no hay razón para las lágrimas

O simplemente no la puedes descifrar

Cuando simplemente tienes ganas

Por tanto tiempo aguantar…

Déjate ir

Libérate

Es el momento de soltar…


¡lala la laaa, lala la laaa!...


jueves, 27 de enero de 2011

No Dr.Ep - a mi madre


La mente de Gyatso no estaba clara. Varias cosas lo tenían intranquilo. La noche mantenía su temple, no había luna, el frío era soportable, algunos podrían decir que tan solo se trataba de un clima fresco. Las riñas con las damas nunca dejaban a Gyatso con su conciencia pura. Él quería comenzar con la labor que tanto disfrutaba, pero el cielo de su pensar se encontraba nublado y ni hablar del panorama de su actuar ya que este se encontraba parcialmente limitado. Su máximo desplazamiento consistía en rondar por una habitación día tras día. Aunque agradecía haber logrado ir al baño sin ayuda, sentía una gran ansiedad por experimentar nuevamente al exterior. Añoraba que llegara el día en que pudiera salir y apreciar el firmamento.

Que poco valor le da uno a las cosas cuando se cree que estarán ahí por siempre. Por siempre para nosotros. ¡Cuán cargada de sabiduría estaba esa frase tan trillada que siempre repetía el señor de las cejas marrones!

Es esta naturaleza humana de primates la que nos ciega por completo, nos acostumbra a una realidad y cuando esta cambia, sufrimos por nuestro aferramiento a la misma. ¡Qué mala eres naturaleza que no le permites al hombre conocer la verdad!

Dichosos aquellos que padecen del síndrome de apreciación impermanente. A los ojos de muchos, son los elegidos para ser los nuevos maestros. El hombre que vuela ya lo venía anunciando en sus profecías, parece que el grupo divino ha llegado. Sí lo anterior es cierto, pronto le quitarán la cortina de los ojos a la humanidad entera.

¡Qué falso! ¡Qué hipocresía la de Gyatso! como se atreve a hablar así, cuando sus acciones son tan distintas. En ese momento se dio asco a sí mismo. Sintió que se merecía que un camello le vomitara encima. ¿Cómo podía enmendar su error? ¿Cómo poder obtener de nuevo la paz?

Deseaba viajar en el tiempo para evitar que todo aquello hubiera sucedido.

¿Cómo pedir perdón cuando uno no lo siente? A Gyatso le resultaba muy difícil ir en contra de sus sentimientos, a parte no era uno contraponiéndose a otro, era toda una oleada de emociones que explotaban en todas las direcciones, sin que ninguna se dejara controlar. La ira fue la primera en tomar posición y se apropio de su lengua, la cual escupió inmesurablemente veneno del que basta tener oídos para que lastime. De pronto brotó un flechazo de arrepentimiento pero una bomba de orgullo no le permitió lanzarse, un costal de coraje cayo desde arriba y opacó a las semillas de amor que comenzaban a germinar, una épica batalla estaba tomando lugar. Al parecer los sentimientos que reinaban eran los más allegados a la estimación propia del doctor. Si tan solo pudiera girar de ángulo su mente y darse cuenta de que él no es más importante que los demás, todo cambiaría, para bien.

Una vez que el doctor despejó su mente un poco, volvió a sentir una gran impotencia y desesperación por no poder volver el tiempo atrás y evitar el nefasto altercado, sin embargo, en un arranque de sensatez, se dijo a sí mismo, ya no puedes voltear atrás, los errores cometidos son la senda que nunca se ha de volver a pisar.

Para salir del agujero del orgullo, se debe dejar de pensar en uno mismo y comenzar a pensar en el amor que se tiene por los demás. Gyatso vio una luz al final del túnel y se decidió a arreglar la situación. Sólo un obstáculo más se interponía. Ya era demasiado tarde.

No era tarde en el sentido de que el tren lo había dejado, era tarde porque ya todos dormían.

Por último dijo:

"Mañana será un nuevo día, ojala le pudiese pedir perdón dormida"

viernes, 14 de enero de 2011

fuera de la bacinica



Lo que el Dr. Gyatso acababa de observar lo dejó sorprendido, la verdad es que jamás espero una reacción tan baja por parte de X, todo lo contrario, la tenía en un pedestal, y aunque fueran enemigos, Gyatso admiraba el arte y la genialidad con la que X siempre contra-atacaba. Que lamentable fue para él darse cuenta que había ganado la batalla. El triunfo no sabe a victoria cuando no hay un gran desafío de por medio. Esta guerra, que se le antojaba intensa, sucumbió con gran facilidad gracias a la peor de las artimañas. Propiamente, ganó por default, su oponente, decepcionantemente, utilizó una vía alterna para agredirlo, que lejos de causarle dolor o molestia, simplemente le causó una ligera tristeza y una gran desilusión. Es irrefutable que a pesar de ser enemigos, Gyatso admiraba a su antagonista. Siempre lo tuvo a la expectativa, siempre lo sorprendía con una ofensiva ilustre y digna de su ser. Esta guerra le apasiona al doctor por ser un reto al intelecto y a su capacidad como creador ya que permite una infinidad de posibilidades para interponer tácticas defensivas y ofensivas inimaginables que encienden la máquina creativa de sus contendientes para componer, manipular y alterar el universo de acuerdo a su conveniencia. Este hecho, siempre despertó en Gyatso una ávida curiosidad por saber la siguiente maniobra de su contrincante. Sin embargo, Gyatso nunca vio venir la infamia de su ruin adversario.

Si bien es cierto que en la clase de batallas que entablaron la regla de oro es la inexistencia de reglas y las únicas limitaciones que presenta son las del universo mismo, también es una realidad que existe un código de honor “no escrito”, que consta de ciertos principios rectores que todo adversario que se considere digno debe de conocer. Este acuerdo tácito por el cual los combatientes pactan conducirse con honor, rectitud y decoro también es conocido como lex belli y fue violado por X.

¡Cuan amarga victoria! La artimaña que utilizó tiene un nombre que, en el mundo fétido de donde proviene X, es llamada orinarse afuera de la bacinica.