miércoles, 7 de abril de 2010

EL NUEVO ELEMENTO

-¿Como sería el viaje en el tiempo perfecto?

Al doctor Gyatso no le apetecía pensar en idealismos en aquel momento, lo único en que pensaba constantemente era en el raro dolor que sentía en el cuello cada vez que pensaba en ella.
¿Pudiera ser que el sensor del TPS (temporal positioning system) que adaptó a su corbatín y que utilizó en el viaje piloto le afectara de alguna manera?

El corbatín era azul marino, tenía dibujados barquitos con la bandera francesa en el mástil, era un corbatín precioso, fue fabricado en París con seda de la mejor calidad, un regalo muy preciado de un amigo acaudalado de la familia.

A Gyatso le pareció una gran idea portar ese corbatín en su primer viaje transtempomordorinio. Para él, ese corbatín representaba mucho más que una simple prenda cara y elegante, era libertad, igualdad, fraternidad y sobre todo, significaba ser el capitán de su propio barco, un sueño que siempre había tenido. Que mejor barco para ser capitán que su propia nave del tiempo. Era preciosa, con la estructura de un barco muy a la Julio Verne, una gran nariz como proa representaba su gran carácter. En el mástil, se encontraban instalados todos los instrumentos de navegación temporal necesarios para el viaje y un poco más atrás, se hallaba la pieza fundamental de la nave, el dispositivo de recarga de "mordorinium", el elemento recién descubierto que le permitía al doctor desplazarse a través de la cuarta dimensión, la del tiempo.

El barco no medía más de 20 pies de largo y sin embargo, era excesivamente cómodo en su interior, con acabados en caoba y terciopelo azul. El camarote consistía de una cama lo suficientemente grande para albergar a tres personas adultas y el baño contaba con todo lo necesario para hacer sentir a Gyatso como en su propia casa, sin mencionar que en este lugar había acondicionado su librero para nunca aburrirse. El cuarto de mando, desde donde Gyatso dirigía los viajes, se encontraba justo en la proa. EL interior de la nariz del barco era el sitio de donde se controlaba todo, por medio de un tablero que parecía un piano, el capitán podía establecer la fecha de destino, así como en que dirección y a que velocidad viajar en el espacio, mientras el mordorinium hacía la labor de transportarlo en el tiempo. El doctor siempre fue muy precavido y no dudo en montarle a su nave una lanza letal con punta de nitroglicerina que lo protegiera de cualquier amenaza, sobre todo si pensaba viajar a alguna guerra o era prehistórica en donde no sabía que peligro podría acecharle.


El doctor acababa de regresar de su primer viaje de prueba. Regresó con mas interrogantes en su mente que con las que partió. Lo que más raro le parecía a Gyatso era que viajó al año 1968 con su corbatín, sin embargo, regresó al 2011 sin él.


-Alguna reacción debe haber ocurrido entre el mordorinium y la seda para que me dejara estos rezagos en el cuello. Se decía a si mismo.


El dolor persistía y Gyatso no podía borrar a esa mujer de su pensamiento ni por un momento. Pensaba en una relación causal que explicara el fenómeno. Por un largo tiempo, se frotó el mentón a modo de cliché meditando sobre el asunto.


Pasada una hora se soltó a carcajadas. Riéndose de él mismo, completamente solo, como un pelmazo. Así encontró la paz.
De la nada, se encontraba de muy buen humor y se había olvidado de todas sus dolencias y preocupaciones. Emitió un largo suspiro. Cuando de pronto...

-¡Ahhh, mi cuello otra vez!...