lunes, 14 de noviembre de 2011

Algo murió, con esperanza de resurrección.

¡payback time baby!

¿cómo que no? Aquí estoy de nuevo, viendo como diablos joder, pero ¿a quién pretendo joder? ¿porqué me asaltó de pronto este ánimo destructivo?

Quiero gritar, mi mente se encuentra trastornada. Los constantes ataques psicológicos me han cortado las cuerdas vocales. Ahora ya no hay un canal abierto. Todo esta derrumbado. Quiero correr, quiero volar muy rápido y estrellarme contra un muro y que me duela mucho pero no me mate. Quiero renacer, quiero renacer en mi mismo y volverlo a vivir todo de nuevo, pero esta vez siendo yo el que marque la pauta.

¿Qué he dejado crecer? Es un fruto de mi ser... ¿Es qué acaso soy débil? Me enseñaron a ser bueno e integro, a ser caballero, a escuchar a las personas, a ponerme en el lugar del otro. ¡Basura! ¿De qué me ha servido todo eso? En esta realidad salvaje nada de eso sirve.
Gracias a mis padres de todas formas, se que lo hicieron pensando en que me tocaría vivir en un mundo ideal, o peor aun, que yo lo forjaría.

Perdón seres queridos, ustedes no tienen la culpa del sufrimiento que hoy me aqueja, ustedes no han sido más que buenos conmigo. Talvez no he sido tan inteligente como me creia, más bien dicho, tal vez no he sido tan hijoputa como debería. No podrán desmentir que este mundo está hecho para los hijos de puta. Ellos son nuestros reyes. ¡Qué pena! ¡Qué mierda! ¡Qué tristeza! Saber la verdad y no poder hacer nada, mejor dicho, no querer hacer nada. Es el peor mal que me ha incinerado desde adentro... que haya un sentimiento muerto en tu corazón, que sepas que puedes resucitarlo, pero no saber como y de tan muerto que está, ni siquiera quererlo saber.

Creo que hay algo bueno en toda esta nube de caos. Creo que si hay esperanza, esa no ha muerto. Que sabios aquellos que dicen que la esperanza muere al último. Yo si la tengo, espero que algún día me nazca querer renacer ese sentimiento. Estoy seguro que lo haré. Al fin de cuentas todo es pasajero... nada es para siempre... la impermanencia en su máxima expresión. ¡Quiero que el amor vuelva a vivir en mi! ¡Lo suplico a Dios y al Universo! ¡Lo suplico al sabio que vive en mi! ¡Lo suplico a toda costa! ¡Lo suplico por favor!

Y me perdono, y te perdono, y los perdono a todos, y pido perdón por ser tan insolente y arrogante, por ser tan egoista.
Pido perdón de nuevo y esta vez si me perdono de corazón, y también te perdono a ti. Tu no tienes la culpa, tu solo eres auténtica y me amas. Perdón vida mía. Te amo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

el viejo rincón

¡Cuán disfrutado por nosotros era aquel lugarcito en la casa contigua del atardecer!
Era un lugar al que acudíamos con frecuencia a reflexionar sobre la vida o incluso a desahogar nuestras absurdas penas.

¿Porqué ya no nos nace visitarlo tan a menudo?

¿Acaso ya estamos ancianos, o es que la vida tan acelerada que llevamos ya no nos lo permite?

Yo creo que la esencia de ese umbral habitaba en todos nosotros pero que hoy está muerta, la dejamos morir, muerte natural dirían los peritos. No le dimos la atención suficiente.

Un ejemplo perfecto para describir esta situación viene a colación en este momento, así es, en este preciso instante, justo cuando me había decidido a volver al rinconcito para lo cual ya tenía planeado tiempos, me ha surgido una vicisitud de salud que debo atender con prontitud si es que quiero prolongar mi preciosa existencia humana. Por lo tanto debo volver a abandonarme a mi mismo y a mi tan preciado lugar. Lo dejo, no sin ánimos de un estruendoso regreso laureado.

¡Nos veremos pronto rinconcito!