sábado, 23 de enero de 2010

revoemag

El Dr. Gyatso se regaló 5 minutos de reflexión, (para ser sinceros fueron 10 minutos)

Lo que estaba descubriendo lo dejó anonadado, (para ser sinceros digamos que le impactó demasiado)

Se dio cuenta de que estaba empezando un juego que nunca quiso jugar (para ser sinceros ni siquiera le pasó por la mente participar)

Estaba jugando con fuego y había jurado que nunca se iba a quemar (para ser sinceros lo juró mucho después de empezar a jugar)

Después de aquellos largos 10 minutos (para ser sinceros 15 min.)

Tomó una decisión. No sé qué tan acertada (para ser sinceros yo creo que estuvo muy bien tomada)

Nunca más jugaría de nuevo, con esta vertiente se terminó el juego. (Para ser sinceros hablaba en serio. ¡Nunca más! jugaría de nuevo)

Después de un largo suspiro se dijo a sí mismo:
“Fue divertido pero no es lo que quiero.”

miércoles, 6 de enero de 2010

Una bonita amistad


El regreso nunca es tan malo, el efecto es proporcional a la partida con la excepción de que ya se tiene una expectativa, aunque muchas veces cambia.
¿Cambiará algo en el destino del Dr. Gyatso?
Una cosa es cierta. El doctor se encontrará con muchas olas que vencer.

Como en su infancia, cuando iba al océano con su padre, el pequeño doctor le tenía un impetuoso miedo al mar, pero alentado por su padre comenzó a pasar todos los atardeceres luchando contra él, entablaba batallas y discusiones con el mar. El ejercicio consistía en una vigorosa repetición de patadas y puñetazos a las olas que llegaban a finalizar su vida en las costas del Pacífico. Los golpes siempre iban acompañados de gritos que retaban y desafiaban al majestuoso océano.

-"¿Eso es todo lo que puedes?"
y un golpe atravesaba el agua.

- "Ven, aquí te estoy esperando."
y una patada rompía la pequeña ola.

- "No te tengo miedo"
y toda la energía del pequeño Gyatso era liberada para vencer su miedo en esas tardes en la playa.

Y lo venció...


Al poco tiempo después, Gyatso y el mar se volvieron amigos, inseparables cuando se veían, los mejores amigos jugaban de sol a sol todos los días. Apasionantes eran sus bienvenidas como melancólicas sus despedidas.

A lo largo de los años, Gyatso fortaleció su relación con el mar. Conocía cuando estaba tranquilo y templado, o enfadado y picado, sabía exactamente cuantas olas el mar expresaba a partir de las seis de la madrugada hasta que la luna al sol reemplazaba. En fin, el niño Gyatso era feliz cuando el océano sus píes en la arena enterraba incluso hasta cuando una broma pícara el mar le jugaba y de sorpresa le revolcaba.

Cuando Gyatso cumplió la edad de 13 años se enfrentó a una tremenda desilusión, su padre le dijo en un tono sincero:

-“Hijo, tu que tanto disfrutas y te alegras de tu amistad con el mar, lamento decirte que no lo conoces ni en la quinta parte de su mitad.

La lágrima en el rostro de Gyatso ya no se podía contener más cuando su padre le comento:

-“Aun hay más. Para que una amistad pueda llamarse amistad, los amigos tienen que conocerse a suma profundidad.”

En ese preciso momento Gyatso se decidió a aprender a bucear.

martes, 5 de enero de 2010

nothing to say



Yeah that's right, I’ve got nothing to say. And you know something? I don't give a fuck, I’ll keep on writing until something interesting or useful comes to my mind...



Así es, es como coger por coger, ayudar por lástima, fumar por que sí, escribir por el simple hecho de escribir sin tener algo que decir al mundo o a ti mismo. ¿Para qué?...
Sigue siendo placentero coger, sigue siendo gratificante ayudar, sigue siendo placentero fumar y sigue siendo placentero escribir pero esta muy claro que no se disfruta igual y mucho menos aspira a alguna trascendencia.

Cuando la intención es pura y sale de lo más recóndito de nuestra esencia, el acto es más noble y obviamente, mucho más disfrutado.
La intención en la acción es tan importante y tan substancial que tiene la facultad milagrosa de rebautizar los verbos y denominarlos:

Hacer el amor, Amar al prójimo, Respirar y Crear arte.

Déjà vu to my love

Que te suceda un déjà vu relacionado con la persona que amas es mucho más que tener la sensación de ya haber experimentado algo que se vive por primera vez; es saber con certeza que estas destinado a vivir todas las experiencias más preciosas a su lado.

Eduardo de la Parra Tonella, 1 de enero de 2010.