Volver a compartir horas contigo me destanteó.
Solo, estaba tan tranquilo, tan equilibrado, tan concentrado, mi jardín estaba seco, pero muy a gusto.
Apareciste e hidrataste mi corazón, con tus ríos y tu luz. No
me arrepiento en lo absoluto, solo que ando abstraído, agitado, reflexivo.
Antes de ti, me encontraba en armonía con mi soledad. No te
culpo por esta perdida, ni estoy molesto. A cambio de mi zen, me dejaste un brillo revoltoso, inquietante, pero hermoso. Me despojaste esa paz sin la mínima
intención de hacerlo, tan solo siendo tú, tan solo existiendo, como la más bella
flor que se cruzó por mi jardín en aquellos tiempos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario